"El fotógrafo profesional intenta, al hacer una fotografía, escoger un instante que persuadirá al público espectador para que le dé un pasado y un futuro apropiados. La inteligencia del fotógrafo o su empatía con el tema define por él lo que es apropiado. Pero, a diferencia del narrador, pintor o actor, el fotógrafo sólo realiza, en cualquier fotografía, una única elección esencial: la elección del instante que va a fotografiar. La fotografía, comparada con otros medios de comunicación, es por tanto débil en intencionalidad." (Pág.
89 de "
Otra manera de contar" de John Berger y Jean Mohr, editorial Gustavo Gili)
Elegimos el instante que vamos a fotografiar una vez que antes ya hemos elegido también el
lugar desde dónde fotografiaremos. También tenemos la posibilidad de usar el
encuadre y la
cantidad y calidad de luz como intencionalidad. La
velocidad de obturación también termina siendo un factor voluntario, intencional, utilizado con un propósito.
Saber
dónde pararse en el transcurso de un suceso (una marcha, un partido de fútbol, etc.) marca la diferencia, sin dudas. Y muchas veces en eventos donde nos concentramos muchos fotoperiodistas la experiencia nos permite anticipar cuál sería el lugar más adecuado para capturar "el momento". Estando ahí conseguimos aventajar a nuestros colegas.
Encuadrar es decisivo en fotografías como la de esta nota: aquí me permitió simplificar el mensaje. Y en esa simplificación se revela un nuevo
significado. La Marcha por la Memoria de ese 24 de marzo de 2009 fue muy colorida, muy concurrida, con muchísimas banderas y pancartas. Es llamativo conseguir fuerza narrativa a través de lo conciso al haber reducido tamaña cantidad de variopintos elementos. También la multiplicidad y magnitud de una foto abarcadora hubiesen conseguido el mismo efecto. Y esa mano sobre la leyenda "desaparecid@" me hizo pensar en los casi 30.000 desaparecidos que dejó la más cruenta dictadura sufrida por los argentinos.
La
cantidad de luz fue decisivo en el
significado de la foto de Hugo Torrente. Fue tomada al mediodía. Ajustando la sincronización del flash el sol terminó siendo casi una estrella. La estrella de todo humorista. Y la oscuridad termina dando, quizá, un clima de show, de noche. El sol aquí podría llegar a ser casi como un reflector del escenario.
La
calidad de la luz bien es conocida en la notoria diferencia entre iluminar con flash directo sobre la cámara y, por ejemplo, a través de una caja o paragua desde un costado. Resaltamos así el relieve, la textura, obteniendo calidez de una especie de resplandor.
Y la
velocidad de obturación podríamos utilizarla para destacar velocidad al conseguir un "barrido", efecto en el que el objeto/sujeto permanece fijo mientras el fondo se corre, se desdibuja, se borronea. Un ciclista en movimiento, por ejemplo. También se consigue por lo general en ambientes oscuros, que personas/objetos queden rodeadas de una especie de aura o fantasma cuando la velocidad de obturación es baja y se dispara un flash que por lo general es directo desde la cámara.
Si bien podríamos utilizar todas estas herramientas con una intención narrativa, es cierto que la más
escencial de todas termina siendo la
elección del momento en el que dispararemos el obturados. He visto que en el periodismo fotográfico el
encuadre es el más usado en las notas de la calle junto a la elección del
lugar desde donde se fotografiará. La
calidad y
cantidad de luz y la
velocidad de obturación, más utilizadas en las entrevistas, en un ambiente más publicitario, de mayor control.
Pero finalmente es muy importante que esta intencionalidad esté al servicio del
significado. De lo contrario no estaríamos haciendo fotoperiodismo.