Muchas corridas hemos sudado al punto que nuestras herraduras ya se ven gastadas.
Es el momento: es tiempo de observarnos y contemplar, y ahora al galope,
avanzar más aliviados, humanos y libres.

Pensando el fotoperiodismo.

Adrián Mariotti

lunes, 22 de agosto de 2011

Estalló la risa,
puente caído, tragedias en cámara rápida.
Mis hemisferios cerebrales se golpean en un aplauso

Las miserias y deleites se juntaron en un café
torrado de estímulos, olores, piel de porcelana.

Ahí va, mezquina y caprichosa, sin poder abandonarlo.
Ahí viene otro sonido que escapa de tu olla a presión
a carcajadas.

Por fin te abandonas, te sueltas en orgías espasmódicas
y la lógica camina en retirada tranquila y derrotada.

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Un pájaro sin alas pende de tu ventana, la libertad sostenida por un hilo.
Qué osadía del ave al tirarse en picada de la fría torre de tu importancia personal.

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Un caballero diminuto se deleita sacudiendo un mantel lleno de migas.
Qué bien huelen los trocito de tu masa húmeda flotando ahora en cámara lenta.
Alimento de mi hambre, piel blanca y tersa que se ofrece.
Todo festín sólo sacia si aparece el alma frágil y sabia.
¿Dónde encuentro tu pan esplendoroso, humeante?

jueves, 30 de junio de 2011

John Berger y los oráculos

"Uno mira lo que le rodea (y uno está siempre rodeado de lo visible, incluso en sueños) y lee lo que hay, según las circunstancias, de diferentes maneras. Conducir un coche infiere un tipo de lectura; talar un árbol, otra; esperar un amigo, otra. Cada actividad motiva su propia lectura.
En otros momentos la lectura, o las opciones que constituyen una lectura, en vez de estar dirigidas hacia una meta, son la consecuencia de un suceso que ya ha tenido lugar. La emoción o el humor motivan la lectura, y las apariencias, así leídas, se vuelven expresivas. Tales momentos han sido a menudo descritos en la literatura, pero no pertenecen a la literatura, pertenecen a lo visible......

En cada acto de mirar hay una expectativa de significado. Esa expectativa debiera distinguirse del deseo de una explicación. El que mira puede explicar después; pero antes de cualquier explicación, existe la expectativa de lo que la apariencias mismas están a punto de revelar.

Por lo general, una revelación no se produce fácilmente. Las apariencias son tan complejas que sólo la búsqueda, inherente al acto de mirar, puede extraer una lectura de su coherencia subyacente."

(Extracto del libro Otra Manera de Mirar, de John Berger)

lunes, 9 de mayo de 2011

Entrevista a Clemente Bernard


En los más de 20 años que lleva de profesión, Clemente Benard ha aprendido que, en fotoperiodismo, lo que cuenta son las historias. Las que él elige nunca son trilladas ni corrientes ni triviales. Y tienen, siempre, mucho de su mirada personal, la misma que lo ha llevado a documentar la vida de las mujeres saharauis, la muerte de familiares de presos turcos, o el sueño roto de Malika. Es de los que creen que hay que hablar de las historias que les pasan a las personas y de los que apuestan por formas menos corporativistas de contar la realidad.

(....)
En los más de 20 años que llevas de profesión, has trabajado en España, Palestina, Cuba o México, entre muchos otros sitios, y has contado historias como “El sueño de Malika”, “Jornaleros”, “Basque Chronicles” o “Donde habita el recuerdo”. ¿Cómo eliges esos temas? ¿Piensas en la salida que tendrá ese trabajo?
 Las motivaciones no son nunca puramente comerciales. De hecho, después de unos años, si de algo me tuviese que quejar sería de mi poca habilidad para elegir temas que funcionen comercialmente. Me ha pasado siempre. El primer tema que abordé de forma más o menos personal fue sobre los jornaleros andaluces, y jamás nadie mostró interés en él.

(.....)
Si el fotoperiodismo ya no está en revistas, periódicos o suplementos, ¿estamos en un punto sin salida?
 De alguna manera, sí, porque trabajamos en temas a los que después no les podemos dar salida, comercialmente hablando.

¿Se puede hacer algo para revertir esta tendencia de los medios, o hay que buscar nuevos formatos en los que publicar?
No, yo creo que esa lucha con los medios tradicionales está perdida, hay que buscar ese espacio en los nuevos formatos. También sucede que la distancia entre nosotros y las imágenes se ha borrado, ya no existe. Ahora, con las nuevas tecnologías, las fotografías ya forman parte de nosotros, las hacemos con cualquier instrumento, viven y forman parte de nosotros. Estamos completamente empapados de imágenes. También se ha borrado la línea que separaba al fotógrafo del receptor, ahora todo el mundo hace fotografías y las lee, se ha convertido en algo masivo y afecta a la hora de mirar el mundo. La labor de los que antes eran los profesionales y los que elaboraban los discursos sobre las cosas ha perdido cierto sentido actualmente, el discurso sobre la realidad lo elaboramos todos. Ya no hay fotógrafos que, por ejemplo, se pongan a hacer un trabajo sobre los inmigrantes colombianos en Barcelona, ese trabajo lo están haciendo ellos con sus cámaras, sus móviles, con aquellas fotos que van mandando a su país. También me ha dejado de interesar la autoría, lo que realmente me interesa no es la mirada del fotógrafo sino las historias que me cuenta. Es más pertinente el discurso fabricado desde dentro, que esa mirada externa que tendrá que replantearse las cosas, que arrastra muchas sinergias y arrogancia, de “yo soy el que miro”.

Hoy, son pocos los fotoperiodistas que pueden vivir exclusivamente de su trabajo…
Si estás en nómina en un medio o en una agencia, las cosas te pueden ir más o menos bien, pero si no es así… hasta la gente más exitosa tiene una segunda vía de ingresos, como dar clases o talleres. Creo que eso no afecta la calidad de tu trabajo fotográfico y, si no hay más remedio, habrá que hacerlo así. Los recursos infinitos que te ofrecen las grandes agencias solo están al alcance de unos pocos y uno no se puede obsesionar en llegar a ciertos lugares, simplemente porque no tiene esa capacidad logística y, sobre todo, económica. Tienes que adaptarte a tu situación, y entiendo que cuando estás empezando es frustrante, porque le tienes que dedicar mucho a tus historias, a elaborar un discurso, a desarrollarte como fotógrafo, y después te encuentras con que nadie te quiere publicar ese trabajo. Ahí es cuando la gente empieza a caer como moscas. Al final, acabas trabajando para un periódico, haciendo fotos de mierda durante toda la semana, y cuando llega el sábado prefieres dedicarle el tiempo a cualquier otra cosa.

¿Qué diferencia al profesional del aficionado?
Antes tenía una opinión equivocada o creía tener una idea un poco más fundada sobre lo que los diferenciaba. Ahora creo que ya no existe una separación: el profesional y el aficionado se han puesto a la misma altura, los dos con la misma capacidad para elaborar un discurso. Actualmente, el aficionado es una persona que tiene otro trabajo que le permite realizar sus reportajes con discursos más limpios y con mayor libertad que un profesional, sin depender tanto de la venta a las revistas. Quizá esa sea una salida; no necesariamente la financiación tiene que estar en las revistas ni en las agencias. Pero a la vez es como una huida: ¿qué sucede, que no puedo vivir de lo que a mí me interesa y de lo que yo quiero hacer?

(sigue en "más información")

sábado, 7 de mayo de 2011

Subjetividad y fotoperiodismo

Rescate de mineros, Copiapó, Chile. 12 oct 2010
Campamento Esperanza, Copiapó. Alrededor de 2000 acreditados.  



Me tocó vivir el rescate de los mineros chilenos de la Mina San José en Copiapó, al norte de Chile. Alrededor de 2000 acreditados, un gigantesco set de película. El gobierno del presidente Piñera se encargó de que la operación fuese un éxito: fue el mayor y más exitosos rescate de la historia de la minería mundial. Además fue uno de los eventos con mayor cobertura mediática de los últimos tiempos. En este contexto queda afuera cualquier "interpretación" personal de los hechos. Toda subjetividad está reservada para los proyectos personales, no entra en estos sistemas mediáticos que utilizan un discurso único. A los fotoperiodistas nos han enseñado a dejar esta subjetividad de lado y hablo de la subjetividad con criterio, sostenida con razones y puntos de vista novedosos y enriquecedores. Esto último es muy costoso y escaso, obvio. Al respecto cito a John Berger:

 "En un sistema semejante no hay espacio para la experiencia. La experiencia de cada persona sigue siendo un problema individual. La psicología personal sustituye a la filosofía como explicación del mundo.
Tampoco hay espacio para la función social de la subjetividad. Toda subjetividad es tratada como algo privado y la única forma (falsa) en que es socialmente permitida es la del sueño del consumidor individual. 
Tras esta supresión fundamental de la función social de la subjetividad siguen otras supresiones: la democracia con sentido (sustituida por sondeos de opinión y técnicas de  investigación de mercado), la conciencia social (sustituida por el egoísmo), la historia (sustituida por el mito racista y otros), la esperanza -la más subjetiva y social de todas las energías (sustituida por la sacralización del Progreso como Bienestar).
La manera en que se utiliza hoy la fotografía deriva de, y confirma, la supresión de la función social de la subjetividad. Las fotografías, se dice, cuentan la verdad. De esta  simplificación, que reduce la verdad a lo instantáneo, se deduce que lo que una  fotografía cuenta sobre una puerta o un volcán pertenece al mismo tipo de verdad que lo que dice sobre un hombre llorando o el cuerpo de una mujer.
Si no se ha hecho distinción alguna entre la fotografía como evidencia científica y la fotografía como medio de comunicación, ello no ha sido tanto un descuido como una  propuesta.
La propuesta era (y es) que cuando algo es visible, es un hecho, y que los hechos contienen la única verdad.
La fotografía pública continúa siendo el hijo de las esperanzas del positivismo. Huérfano -porque estas esperanzas están ahora muertas- ha sido adoptado por el oportunismo del capitalismo corporativo. Parece probable que la negación de la ambigüedad innata de la fotografía esté íntimamente ligada a la negación de la función social de la subjetividad."
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En la fotografía expresiva las apariencias dejan de ser oraculares y se tornan dilucidadoras.


"Resumamos. Las fotografías citan las apariencias . Extraer la cita produce una discontinuidad, que se ve reflejada en la ambigüedad del significado de una fotografía. Todos los sucesos fotografiados son ambiguos, excepto para aquellos cuya relación personal con el suceso es tal que sus propias vidas proporcionan la continuidad que faltaba. Por lo general, la ambigüedad de las fotografías expuestas al público queda oculta detrás de las palabras que explican, más o menos sinceramente, los sucesos fotografiados.
La fotografía expresiva -cuya expresividad puede contener ambigüedad de significado y "dar razón" de ella- es una extensa cita de las apariencias: en este caso, lo que da la medida de dicha extensión no es el tiempo, sino una mayor amplitud de significado. Tal amplitud se logra tratando la discontinuidad de la fotografía con ventaja. La narración se ha roto.
No obstante, la misma discontinuidad, al preservar un conjunto instantáneo de apariencias, nos permite interpretarlas y encontrar una coherencia sincrónica. Una coherencia que, en lugar de narrar, provoca ideas. Las apariencias tienen esa capacidad coherente porque constituyen algo próximo a un lenguaje. Me he referido a esto como semilenguaje."

 pag 129:

"El semilenguaje de las apariencias suscita continuamente una expectativa de significado más amplio. Buscamos revelación con los ojos. En vida sólo rara vez se ve cumplida esta expectativa. La fotografía confirma esta expectativa y lo hace de un modo que puede ser compartida (...). En la fotografía expresiva, las apariencias dejan de ser oraculares y se tornarán dilucidadoras. Es esta confirmación lo que nos conmueve.
Aparte del suceso fotografiado, aparte de la lucidez de la idea, nos sentimos conmovidos porque la fotografía ha llenado nuestra expectativa, intrínseca ésta a la voluntad de mirar. La cámara completa el semilenguaje de las apariencias y articula un significado inequívoco. Cuando esto sucede nos encontramos de repente como en casa en medio de las apariencias, igual que nos sentimos como en casa con nuestra lengua materna."
Otra Manera de Mirar, de John Berger

La Historia de las Cosas